Jehová domina el entero universo y no necesita nada ni a nadie. Aun así, debió de sentirse muy decepcionado al ver que uno de sus hijos angélicos se rebelaba y se convertía en Satanás, y que más tarde otros ángeles lo secundaban. También tuvo que dolerle muchísimo que le dieran la espalda Adán y Eva, las obras maestras de la creación terrestre, y que miles de millones de sus descendientes terminaran rechazando su autoridad como Soberano. Durante seis milenios, Jehová ha tenido que observar un acto tras otro de idolatría, violencia, asesinato y perversión sexual (Gén. 6:5, 6, 11, 12). Además, ha soportado terribles calumnias y blasfemias. Y, a veces, hasta sus propios siervos lo han hecho sufrir (Sal. 78:40, 41). A Jehová le duele mucho que su pueblo lo rechace (Jer. 3:1-10). Y también le angustia que les sucedan cosas malas a sus siervos (Isa. 63:9, 10). w09 15/12 2:4, 5
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