jueves, 25 de agosto de 2011

Tema 3 semana del 22 de agosto


Jehová y Jesús, ejemplos de buenos modales que hay que imitar

base de los buenos modales:
g94 22/7 3, 6:
¡Qué diferente es esto de lo que deben ser los buenos modales! Amy Vanderbilt, respetada autoridad en este tema, escribe lo siguiente en su obra Nuevo libro completo de etiqueta (traducción de M. Luz Perea): “Las mejores reglas a seguir, en este asunto [de las buenas maneras], se encuentran en el capítulo 13 de la primera Epístola a los Corintios, en la hermosa disertación de San Pablo sobre la caridad. Estas reglas no tienen nada que ver con el refinado rasgo característico de la ropa ni con maneras puramente insustanciales y aparentes; [tienen], sin embargo, mucho que ver con los sentimientos y actitudes, bondades y consideraciones para los demás”.
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El tratar a todos con debido respeto y consideración es la señal de la persona que en verdad tiene buenos modales, y haríamos bien en imitar a Jesucristo en esto. Sí, la mayoría de la gente se las arregla para mostrar respeto a ciertas personas, particularmente a las que ocupan algún puesto superior al suyo. Pero pueden mantenerse apartados, distanciados, y ser rudos con aquellos a quienes consideren inferiores o hasta en su mismo nivel. Parece que de algún modo eso les da un sentido de superioridad y poder. Pero bien se ha dicho que la rudeza es el disfraz con que el débil quiere parecer fuerte. Por eso la Biblia aconseja: “En cuanto a mostrarse honra unos a otros, lleven la delantera”. (Romanos 12:10.) Si hacemos lo sumo por seguir ese consejo, nos acercaremos más a manifestar buenos modales al tratar con todos, como lo hizo Jesús.
Esta cualidad deseable, orientada hacia otros, se ejemplifica también en las enseñanzas de Jesús, particularmente en lo que se llama la Regla Áurea: “Por lo tanto, todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos”. (Mateo 7:12.) Es interesante que en las Analectas, uno de los Cuatro Libros de Confucio —por mucho tiempo considerados la cumbre del comportamiento moral en Oriente—, uno de los discípulos le pregunta al maestro si habría una sola palabra que pudiera servir como principio de comportamiento para la vida. “Quizás la palabra ‘reciprocidad’ (shu) serviría —respondió el maestro, y añadió—: No hagas a otros lo que no quisieras que te hagan a ti.” Por contraste, podemos ver fácilmente la superioridad de la enseñanza de Jesús. Porque solo puede haber relaciones afectuosas, agradables y amigables cuando uno toma la iniciativa de ‘hacer a otros’ lo que es bueno.

ejemplos bíblicos:
Jehová: w09 15/11 25

Jehová es un dechado perfecto de bondad y cortesía. A pesar de ser el Soberano del universo, trata a los seres humanos con amor y respeto. Por ejemplo, al dirigirse tanto a Abrahán como a Moisés empleó un término hebreo que puede traducirse con la expresión “por favor” (Gén. 13:14; Éxo. 4:6). Cuando sus siervos cometen errores, él es “misericordioso y benévolo, tardo para la cólera y abundante en bondad amorosa y apego a la verdad” (Sal. 86:15). ¡Qué diferente de algunas personas, que pierden los estribos cuando los demás no cumplen sus expectativas!
Jehová también demuestra su amabilidad por la forma en que escucha a los seres humanos. Cuando Abrahán le hizo preguntas relacionadas con los habitantes de Sodoma, las fue respondiendo pacientemente (Gén. 18:23-32). Dios no consideró que tomar en cuenta las preocupaciones de Abrahán fuera una pérdida de tiempo. Él escucha las oraciones de sus siervos y la súplica del arrepentido (léase Salmo 51:11, 17). ¿Verdad que deberíamos imitarlo escuchando atentamente a quienes nos hablan?

Jesucristo: w09 15/11 25

La amabilidad es una de las muchas cualidades que Jesucristo aprendió de su Padre. Aunque su ministerio le exigía mucho tiempo y energías, siempre fue paciente y cortés. En todo momento estuvo dispuesto a ayudar a los más desfavorecidos, como los leprosos, los ciegos y los mendigos. Aun cuando la ocasión no fuera la más oportuna, no dejaba de atenderlos. Con frecuencia interrumpía lo que estaba haciendo para socorrer a los afligidos. También mostró extraordinaria consideración a quienes pusieron su fe en él (Mar. 5:30-34; Luc. 18:35-41). Si seguimos su ejemplo siendo amables y serviciales, nuestros familiares, vecinos y otras personas lo notarán. Además, glorificaremos a Jehová con nuestra conducta y seremos más felices.
Los líderes religiosos judíos consideraban que quienes no conocían la Ley eran “unos malditos” y los trataban como tales (Juan 7:49). Pero Jesús fue muy diferente; él respetaba a los demás y lo demostró llamándolos por su nombre, como hizo con Marta, María, Zaqueo y muchos otros (Luc. 10:41, 42; 19:5). Es cierto que la cultura o las circunstancias dictan cómo hay que dirigirse a los demás, pero los siervos de Jehová siempre se esfuerzan por tratarse con afecto. No permiten que las diferencias de clase les impidan mostrar a sus hermanos y a otras personas el respeto que se merecen (léase Santiago 2:1-4).

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