martes, 27 de septiembre de 2011

Noticias Teocraticas

RELIGIÓN


TESTIGOS DE JEHOVÁ, A LA ANTIGUA


Avatares y presencia de una secta en la isla
Van de casa en casa buscando seguidores. Algunos los oyen, por respeto; otros les cierran las puertas en la cara, los insultan y hasta les tiran agua. Ellos siguen su incansable labor de dar a conocer la Palabra de Dios.
En Cuba, niñas y niños testigos de Jehová se han diferenciado del resto de los escolares: tienen prohibido saludar la bandera patria, el ritual de cada día a partir de los 60s; tampoco pueden usar la pañoleta, un atributo que acompaña al uniforme. Además, fieles a sus doctrinas, ni mujeres ni hombres de esa religión permiten ser transfundidos y los varones no pueden portar armas ni ir al servicio militar. En la isla eso les ha traído algunos problemas. Aunque el mundo ha cambiado, los principios de los testigos se mantienen inamovibles, siguiendo las palabras de su Dios, Jehová. “No saludamos la bandera ni imágenes ni cruces, nuestra adoración es diferente, es a Jehová a quien queremos por sobre todas las cosas. Guardamos neutralidad cristiana”, afirma Judith, testigo de Jehová desde hace tres años.
Estudiosos indican que las prédicas de los testigos en Cuba se remontan a la década de los 30s del siglo XX. Presentes en todo el archipiélago cubano, los Testigos de Jehová desarrollan sus actividades en la actualidad como el resto de las denominaciones: se reúnen, reciben literatura religiosa y han sido visitados por líderes mundiales de su organización. Pese a no poseer reconocimiento jurídico, se considera que en la isla existen más de 80.000 miembros activos. En las décadas de los 60s y 70s muchos testigos de Jehová sufrieron prisión y perdieron su trabajo. El hecho de no participar en el servicio militar fue una de las causas de detenciones.
Con el tiempo, las autoridades han aceptado la coexistencia con el funcionamiento de esta secta. Para Judith, procedente de una familia católica y quien en su juventud abrazó el espiritismo, la razón pudiera estar en el comportamiento de los seguidores de Jehová en la isla. “Hoy no hay tanta presión. Puede que hayan comprendido que nuestra intención no es mala, no queremos hacer el mal porque Jehová predica el amor”, dice. Y agrega, “no es que seamos rebeldes, respetamos, pero no podemos hacer lo que va en contra de nuestros principios”.
En 1998, por primera vez en 40 años, testigos de Jehová de nueve países (Austria, Bélgica, Etiopía, Gran Bretaña, Australia, Puerto Rico, España, El Salvador y Nueva Zelandia ), se reunieron en La Habana con sus correligionarios cubanos para celebrar servicios religiosos.
Juan Manuel Sesti recuerda cómo la pertenencia de Marina, su madre, a los Testigos de Jehová, cambió la vida de la familia. “Ella era maestra, estudió pintura, fue profesora de costura, era una persona educada. Su religión creó en sus hijos contradicciones”, dice. Ese no fue el único impacto para esa familia. “Uno de mis hermanos estuvo preso por ser testigo; el otro, perdió el trabajo”, cuenta. Pasado un tiempo, la actitud de su madre comenzó a cambiar. “Según mi padre, ella le dijo que la religión no le permitía el placer ni el orgasmo, que no podía acariciarla en lugares íntimos, eso trajo problemas a la relación matrimonial.”
De acuerdo con Judith, el placer no está prohibido, pero no se apoya el adulterio ni las relaciones fuera del matrimonio. En tanto, “el aborto es un pecado contra Jehová. Creemos que el óvulo fecundado es una vida, por ello lo consideramos un asesinato”. Aunque están permitidos los matrimonios entre testigos y no creyentes, sí considera que si ambos lo son, van a tener la misma esperanza y estarán de acuerdo en que la educación de los hijos sea dentro de las normas de su religión. Mientras ellos se consideran decentes, íntegros y educados, algunas personas los creen demasiado persistentes en su proselitismo y opinan que sus doctrinas no se avienen con la vida moderna.
Para los testigos de Jehová, secta surgida en Estados Unidos y que adoptó ese nombre en 1931, la Biblia es la palabra de Dios y los 66 libros que la conforman están inspirados por él. Más aún, los consideran exactos desde la óptica de la historia. Sus creencias son muchas: el nombre de Dios es Jehová, Cristo es el hijo de Dios y su inferior. Cristo fue la primera creación de Dios y murió en un madero, no en una cruz, con el sacrificio de Jesús fue suficiente y Dios destruirá el sistema de cosas actual en la batalla de Armagedon . Para los testigos, el infierno es la sepultura común de la humanidad, sólo un pequeño rebaño de 144.000 personas va al cielo a gobernar con Cristo, las oraciones deben dirigirse únicamente a Jehová por medio de Cristo y no deben usarse imágenes religiosas.
Los seguidores de esta doctrina creen que el planeta existirá por los siglos de los siglos y se convertirá en un paraíso, bajo el amparo de la frase bíblica de que “la tierra para siempre permanece”. Creen que no debe haber una clase clerical ni usarse títulos especiales. Introducir sangre en la boca o las venas viola las leyes divinas, por lo que no permiten las transfusiones.
En Cuba algunos galenos han tenido conflictos con los testigos por ese motivo. Judith dice que en caso de necesitar expandir el plasma, función que cumplen las transfusiones, se usan productos no sanguíneos, entre ellos solución salina, lactato de ringer o de dextrán , con buenos resultados médicos. Para hacer esta afirmación, esta testigo de 32 años cita textos de revistas especializadas extranjeras que circulan entre ellos como parte de su preparación constante para la labor de captación de personas. “En el mundo se ha avanzado mucho en ese tema con el empleo de sustancias alternativas y de cámaras hiperbáricas . En Cuba, un hermano con cáncer que necesitaba ser transfundido ha tenido una sobrevida superior a la esperada, con el uso de otras terapias”, afirma.
A Judith nadie la obligó ni se le acercó. El interés de esta estilista lo despertaron algunos clientes, a quienes pidió literatura sobre la secta. “Los veía buenas personas, honrados, y comencé a leer algunos materiales. Cuando decidí hacerme testigo, tuve que hacer estudios bíblicos para profundizar en mis conocimientos sobre quién es Jehová y qué exige, entre otros muchos detalles”, recuerda Judith. “Hoy creo que esa es la verdad. Ser testigo no me ha quitado nada, sino que me ha dado. Me siento mejor madre, hija, amiga, hermana y esposa”, dice rotundamente. “Durante años ha existido el concepto de que tenemos bajo nivel de educación, pero no es así; hay médicos, abogados y hasta pilotos”, enfatiza. “Nos miramos por cómo somos, no por lo que somos”
Como no están permitidos los templos, en Cuba los testigos se reúnen en casas de los miembros, los llamados Salones del Reino, dos veces por semana. Los circuitos abarcan grandes extensiones y dentro de ellas, divididas por sectores, los hermanos tienen que tocar las puertas para predicar, aunque también lo hacen por teléfono o por carta. Si bien una de sus misiones es expandir la palabra de Dios, también se dedican a hacer caridad, de mil maneras.
Según Judith, uno de los anuncios locales de la congregación trata precisamente sobre los enfermos, quiénes son, cómo están. “Si es de otra provincia y está hospitalizado, también nos lo hacen saber para darle apoyo”. A su juicio, eso tiene mucho valor cuando el mundo vive momentos duros, de guerras y violencia y abundan las “personas amadoras del dinero y el placer, desagradecidos y desleales”.


fuente: http://cubaalamano.net/sitio/client/article.php?id=5456

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