Salomón compara al sabio con el tonto y dice: “El sabio de corazón acepta
mandamientos, pero el que con los labios es tonto será pisoteado” (Proverbios 10:8). El sabio
está muy al tanto de que “no pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso”
(Jeremías 10:23). Reconoce la necesidad de buscar la guía de Jehová y obedece de buena gana
sus mandamientos. El que es tonto con los labios, en cambio, no entiende este hecho
fundamental. Su parloteo sin sentido le lleva a la ruina. (w01 15/7)
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