lunes, 3 de octubre de 2011

Texto del dia

Lunes 3 de octubre

Pedro les dijo: “Arrepiéntanse, y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados, y recibirán la dádiva gratuita del espíritu santo[”] (Hech. 2:38).

Pensemos por un momento en los judíos y prosélitos que escucharon a Pedro. Por su religión, ya reconocían a Jehová como su Dios. Además, gracias a las Escrituras Hebreas, sabían de la existencia del espíritu santo, la fuerza activa que Dios había usado tanto en la creación como posteriormente (Gén. 1:2; Jue. 14:5, 6; 1 Sam. 10:6; Sal. 33:6). Pero les hacía falta algo más: tenían que aceptar a Jesús como el Mesías, el medio de salvación que Dios había dispuesto. Por eso les dijo Pedro que debían bautizarse “en el nombre de Jesucristo”. Poco después de resucitar, el Maestro les había ordenado al apóstol y a sus compañeros que bautizaran a los discípulos “en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo” (Mat. 28:19, 20). Este mandato tuvo un profundo significado en el siglo primero y sigue teniéndolo hoy día. w10 15/3 1:2, 3

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