Sábado 27 de agosto
No se venguen, amados, sino cédanle lugar a la ira; porque está escrito: “Mía es la venganza; yo pagaré, dice Jehová” (Rom. 12:19).
El cristiano se mantiene “reprimido bajo lo malo” y trata “con apacibilidad” incluso “a los que no están favorablemente dispuestos”, es decir, a los que se niegan a escucharnos o hasta se oponen duramente a nuestra obra (2 Tim. 2:23-25). Después de aconsejar a sus hermanos que no se vengaran, Pablo les hizo esta exhortación: “Cédanle lugar a la ira”. ¿A la ira de quién se estaba refiriendo? ¿A la nuestra? Claro que no. Él no estaba diciendo que diéramos rienda suelta a nuestra ira, sino que le dejáramos lugar a la ira de Dios. Los cristianos sabemos que no podemos tomarnos la justicia por nuestra mano. El salmista escribió: “Depón la cólera y deja la furia; no te muestres acalorado solo para hacer mal” (Sal. 37:8). Y Salomón aconsejó: “No digas: ‘¡Ciertamente pagaré el mal!’. Espera en Jehová, y él te salvará” (Pro. 20:22). w09 15/10 2:10
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